Canales – Aproache https://aproache.com Alquiler de barcos, catamaranes, veleros, goletas, yates... Fri, 31 Oct 2025 13:33:55 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.8.25 Holanda sin tulipanes. Navegación por los canales https://aproache.com/holanda-sin-tulipanes-navegacion-por-los-canales/ Wed, 09 Sep 2020 09:30:07 +0000 https://aproache.com/?p=49314 Alquiler-barco-embarcación-fluvial-canales-HolandaSiempre nos ha gustado Holanda, sus quesos, sus tulipanes, su gente en bicicleta…ya conocíamos Amsterdam, así que esta vez nos decidimos por viajar un poco más al norte, hacía la región de Frisia.

Aunque ninguno teníamos título de navegación, no había problema ya que estos barcos se alquilan sin carnet.

Nuestra base de embarque era Hindeloopen, teníamos una semana de navegación por los canales a la vista,  y muchas ganas de disfrutar. Dando la espalda al Ijsselmeer, un lago de agua dulce inmenso (1.100 km2) nos fuimos adentrando en los canales dirección a Lemmer.

En nuestro itinerario no teníamos esclusas sólo teníamos que atravesar 27 puentes móviles.

Los pueblos que vamos recorriendo tienen ese ambiente marinero que inunda todo, desde las casas, los bares, hasta la gente, es normal, esta tradición marinera se remonta a muchos años atrás, ya que hasta que construyeron el dique, el mar del Norte bañaba sus costas.

Por el camino el paisaje está salpicado de granjas, se ven muchas vacas de esas que tienen manchas blancas y negras, se las ve tranquilas, parece que van caminando a cámara lenta sobre una alfombra verde. Al contrario de lo que esperábamos, no vemos ni un solo tulipán, parece que en esta zona no se cultivan.

Nos vamos encontrando molinos por el camino, pero no son como los de Don Quijote, estos molinos tienen una forma curiosa, la mayoría están construidos en madera y pintados de colores vivos, rojos, verdes y azules. Parece que ya no se utilizan, pero adornan el paisaje.

Alquiler-barco-embarcación-fluvial-canales-HolandaTras amarrar nuestro barco, hoy cenamos en  Sneek, queremos probar la gastronomía local, en el restaurante pedimos “stamppot” un plato típico de granjeros, tiene puré de patata, verduras, salchicha, tocino y todo aromatizado con diferentes especies, delicioso pero llena demasiado. De postre un “oranjebitter” un licor de naranja amargo, demasiado amargo.

Son curiosos estos frisios, van caminado con sus zuecos de madera por la calle como si de chanclas se tratara, hasta vemos a unos niños corriendo por la calle con ellos, hacen tanto ruido que parecen caballos.

Todavía nos queda descubrir Bolsward con su moderna iglesia con techo de cristal y la antigua ciudad de Workum (con status de ciudad desde 1399) antes de regresar a nuestro punto de partida.

Alquiler-barco-embarcación-fluvial-canales-HolandaA lo largo del canal nos hemos encontrado numerosos puertos y puntos de amarre, nos lo ponen muy fácil. No hace falta ser un experto marinero.

No me esperaba ver aguas tan cristalinas en los lagos de Frisia, tanto verde, ni pueblos con tanto encanto, cuando planeábamos las vacaciones para navegar en barco por los canales de Holanda, pensaba que veríamos campos llenos de tulipanes…..pero está vez, los tulipanes sólo los hemos visto en los mercados y en las floristerías.

Belén G. Sáa

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Canales de Venecia 1ªparte https://aproache.com/canales-de-venecia-1aparte/ Sun, 19 Apr 2020 10:06:28 +0000 https://aproache.com/?p=48058 Navegacion-Italia-Venecia-rios-canales-vacacionesCuando pensamos en Venecia evocamos la música, la pintura, el arte y como no el romanticismo de una de las ciudades más grandiosas de nuestro planeta. Un enorme legado para la humanidad que atestigua las proezas de nuestros antepasados.
Venecia es un destino obligado para todos, hay que darse ese placer al menos una vez en la vida.
Yo ya había visitado la cuidad en varias ocasiones, pero ninguna a bordo de un barco fluvial, de esos que no necesitas carnet para navegar. Decidimos recorrer Venecia y sus alrededores a bordo de una barcaza, un cómodo hotel flotante como los que tantas veces hemos utilizado para explorar el canal de Midi en Francia.
A bordo, dos familias y una semana. El tiempo a pesar de ser Abril nos acompañó cada día, un sol espléndido, una temperatura muy cálida y un cielo despejado que nos permitió disfrutar de muchas sobremesas en la cubierta superior.
Partiendo desde la base, en Casale sul Sile pusimos rumbo hacia la isla de Burano, nuestro primer destino.

 

Navegamos por el rio Sile hasta la esclusa de Portegrandi. La zona de navegación queda señalizada por los inconfundible bricoles, los palotes de madera que tantas veces hemos visto en las películas. Sobre ellos las garzas sesteando al sol posan para nosotros.
Llegamos a Burano al atardecer, justo a tiempo de ver al sol escabullirse entre las nubes y mostrarnos así la increíble belleza del lugar. A lo largo de un estrecho canal las casas se disponen en hileras, todas ellas de intensos colores. Casas de color azul, rojo, verde, amarillo. Y entre ellas el bonito campanario torcido de la iglesia de Burano, del siglo XVI.
Multitud de barquitas están amarradas a lo largo del canal. Esto es una mini Venecia, un adelanto de lo que veremos pronto.
Por la mañana nuestra primera parada es la isla de San Erasmo, ubicada al norte de Lido. Tiene unos 4 Km de largo y es un lugar apacible, ideal para dar un paseo alejados aun del bullicio que nos espera. Por algo se la llama la Huerta de Venecia. Los coches tienen prohibido circular allí.
continuará …

 

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Navegando por el Canal de Midi (II) https://aproache.com/navegando-por-el-canal-de-midi-ii/ Thu, 22 Oct 2015 10:45:09 +0000 https://aproache.com/blog/?p=634 … Pero lo bucólico no está reñido con el apetito, así que llegada la hora de la comida, Angelines nos prepara unas setas con patatas de las que damos buena cuenta. Otro día, el Quique cocinero, nos preparará un asado de carne con mostaza, Pili otro día nos hizo un arroz a la milanesa, yo el último día unas lentejas. No pasamos hambre, no.

Sí pasaremos muchas esclusas. No recuerdo si la de St. Cyr fue la primera, pero sí recuerdo que cuando íbamos a entrar, se nos cerraron las compuertas. Creemos que algún excursionista de un grupo que pasaba por allí, dio inoportunamente al botón de cerrar, dejándonos encerrados. Después de un rato de desconcierto, se solucionó y continuamos nuestro navegar. Quique al timón y Susana en la proa, tienen que trabajar duro para vencer el empuje del fuerte viento.

Lunes 30.- Llegamos a la esclusa de Truelhas. Nos juntamos seis barcos que pasamos de tres en tres con la ayuda del esclusero, hombre alto y delgado con barba blanca y la ayuda de unos nuevos marineros llamados Miguel y Javier, encargados en la popa de adujar y largar los  cabos. Susana en la proa se encargará de ese cometido. Los demás miramos hacer maniobras impresionados por la maestría de la marinería, toda. Hasta Angelines será enviada a proa para auxiliar a Susana. Llegamos a la esclusa de Cesse. Hago una foto del agua cuando entra en ella como un torrente y “sentimos” como el barco sube y sube hasta alcanzar el nivel adecuado. Se abren las compuertas y continuamos nuestro camino. Viñas y pinos en tierra, nubes en el cielo y viento que nos trae agua pulverizada.

Ya estamos en el Canal du Midi y navegamos hacia Bèziers. De momento se han acabado las esclusas. El viento llega de cola y nos empuja. La navegación  es ahora más fácil y disfrutamos el viaje. Llegamos a Capestang donde desembarcamos. Hay una iglesia grande que está cerrada. Una farmacia donde Miguel compra betadine para una herida que se ha hecho. Tenemos que hacer compra, pero ¿dónde? Un par de tiendas pequeñas de las que salimos con las manos vacías, porque lo que hay a la vista no está de nuestro gusto. Paramos a una señora y refrescando el francés que sabemos, le preguntamos por un supermercado. Nos contesta también en francés. Después, curiosa, nos pregunta de donde somos. Españoles, decimos. De Murcia, responde y nos reímos. Compramos por fin y regresamos al barco. Los chicos se han quedado en el pueblo con sus amigos. Nosotros nos entretenemos mientras tanto; Pili consulta los planos y lee la historia de los lugares que visitamos, Pepe ordena minuciosamente las cuentas, como en cada viaje. Otros hacemos solitarios. Después de cenar, Susana nos enseña a jugar al Rumi.

midi-6 Martes 31.- Ha parado el viento fuerte. Navegamos    para repostar agua, que no nos falte. Regresa el    viento y llegamos al paso de cinco esclusas juntas,  nada menos. Estamos admirados por esta obra  colosal de ingeniería. Atracamos en Bèziers, no sin  dificultad por el fuerte viento.  Bajamos a tierra.  Tomamos un “café au lait” al sol. Me tuerzo un  tobillo, parece poca cosa, puedo andar. Pili, siempre  previsora, me deja fastum que en dos o tres  aplicaciones me deja aparentemente nueva. Emprendemos el regreso y atracamos a las 9 de la noche en plena oscuridad. Saltan los marineros a la orilla, se clavan picas donde amarrar el barco y el martillo que se escapa de las manos de un colega que ha bajado a ayudar y dando un salto cae al agua. No volveremos a verlo. Pobrecillo, se oxidará. Cenamos ricos bocadillos. Sesión de chistes y riendo contentos nos vamos a dormir.

Miércoles 1.- Javier madrugador, a lomos de una bicicleta se va al pueblo a comprar pan y croissants. Tarda en volver a causa del viento que trae de frente. Desayunamos y zarpamos. Pasamos por el cruce de La Robine dejándolo atrás. Vamos al encuentro de Trèbes, el final de nuestro camino. Vamos tranquilos, sin prisa, ni tener que hacer recados hasta llegar a Le Someil, aldea a la que llegan multitud de barcos. Bajamos a tierra en busca de un “super”. Tomamos café en la terraza del “Comptoir de la Ville”. Van llegando marineros de nuestra flotilla que piden cerveza porque ya ha pasado la “hora del Angelus”. Regresamos al barco.  Pili nos prepara un rico arroz a la milanesa y después de comer bajamos de nuevo a curiosear en L’Ancienne Librerie, una enorme librería que más bien parece una biblioteca, ya que está repleta de vitrinas con colecciones de libros magníficos de los grandes escritores franceses y otros maestros de la literatura universal. Seguramente ediciones agotadas hace muchos años y por tanto a unos considerables precios. Al alcance de la mano hay libros modernos y accesibles, casi todos en francés. Algunos compramos. Regresamos al barco, donde echamos unas partidas de rummikub (aprendemos deprisa), cena, charlita y a dormir.

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Jueves 2.- Javier, por ser madrugador, chico de los “recaos”, nos ha traído unos croissants deliciosos que nos desayunamos con fruición. Angelines, piadosa ella, recoge todas las migas de la mesa y se las echa a los patos, que pelean y disputan por el banquete.  Continuamos navegando siempre acompañados del viento. En D’Argens nueva esclusa. Javier en bici y retando al viento que no cesa, se va pedaleando a la siguiente y allí nos espera. Salimos a tierra y desde arriba contemplamos toda la ceremonia. Hay un perrito encantador, blanco y negro, que logra abrir la puerta del jardincillo de su casa y llegar hasta el borde de la esclusa, donde nervioso y atento, vigila todos los movimientos de barcos y personas. La siguiente esclusa tardamos en pasarla, lo que nos permite desembarcar y pasear mientras contemplamos este paisaje distinto, con montes cercanos cubiertos de vegetación y a sus pies una bonita hilera de esbeltos cipreses. El barco sigue parado. La esclusera se ha ido a comer. El viento ha parado. Nos preparamos un aperitivo que tomaremos por primera vez en la cubierta del barco, al que enseguida acuden los colegas de otros barcos de nuestra flotilla, para charlar y cambiar impresiones. Acuden dos niñas muy lindas, quizá  futuras periodistas, que nos piden permiso para hacernos una entrevista (posiblemente es un encargo del organizador) y contestamos con gusto a sus preguntas sobre el viaje. En la flota viajan niños y niñas desde cuatro a doce años más o menos. Los mayores ayudan en las tareas de amarre, adujando y largando los cabos y lo hacen con eficacia, precisión y un gran sentido de la responsabilidad. Iñaqui (marinero colega de otro barco) envía al aire un dron que ha traído, para que nos siga desde lo alto. Salimos de la esclusa y paramos cerca para rellenar el depósito del agua mientras se prepara la comida. El viento ya no es tan fuerte. Hemos perdido una boya. El seguro la repondrá. La esclusera nos ha retenido para dar preferencia a un barco que venía de frente. Hicimos una cola de seis barcos. Salimos por fin hacia La Redorte donde desembarcamos para hacer compra, por fin, a un supermercado merecedor de tal nombre y del que salimos cargados. Aparecen Quique y Susana con sus bicicletas provistas de cesto, donde en un par de viajes llevan parte de la compra al barco. Los demás regresamos sin prisa. Mientras se prepara la cena, jugamos al rummi. Ya hemos aprendido. Cenamos, charlamos y al nido.

Viernes 3.- Salimos temprano. Hay un puñado de esclusas antes de llegar a Trèbes. Llegamos a la de Homps y nos da la bienvenida un guitarrista que forma parte de una serie de personajes, algunos con movimiento, realizados en madera y metal, rodeados de una variopinta colección de aves de corral, ranas y más personajes, todos creación del esclusero Jöel Barthe, que es también escultor. Llegamos a la esclusa de St. Martin y como son las doce, el esclusero se va a comer y nosotros aprovechamos para salir a caminar y más tarde tomamos el aperitivo en la cubierta porque el viento, por fin, como el esclusero, ha desaparecido. Nos acompaña algún colega y la pequeña Elena, que acaba de cumplir cuatro años y seguro que llegará a ser una experta navegante. Mientras se guisan unas lentejas, cuyo olor parece que atrae a los que andan cerca, se abre la esclusa y continuamos nuestro camino. Comemos los mayores mientras Quique y Susana permanecen en sus puestos, atentos al paso de las últimas esclusas. En cuanto pueden, dan buena cuenta de las lentejas. A las cuatro llegamos a Trébes, final de nuestro viaje. ¡Qué pena! Ha sido tan bonito… pero el sábado por la mañana tenemos que abandonarlo. Salimos a conocer el pueblo, que como todos los que hemos visitado, parecen deshabitados. Las contraventanas de madera están cerradas en la mayoría de las casas. No se ve un alma por las calles. Llegamos a un local muy grande lleno de antigüedades y también de antiguallas. Entramos a curiosear. En la puerta está el perro ¿guardián? Los chiquillos le acarician y él se deja, tan quieto como si fuera de peluche.

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Sábado 4.- Después de desayunar cerramos las  maletas. Quique y Javier en un taxi, se van a  Narbona a recoger los coches. A su regreso ya  hemos sacado los bártulos. El barco ahora está en  manos del equipo que lo dejará preparado para  otros próximos navegantes. Nos vamos a visitar  Carcasona esa interesante ciudad medieval creada  or los cátaros y que se conserva casi intacta a pesar de los siglos. Está a rebosar de turistas.  Después de comer nos vamos a la ciudad moderna. Hay una catedral y otra iglesia que no podemos visitar porque están cerradas. Salimos hacia Narbona donde tenemos reservadas habitaciones en el Cyti Hotel. No contaré con detalle lo que costó conseguir las llaves de las mismas, debido a que no había recepcionista física. Todos los viajeros que iban llegando tuvieron el mismo problema, que después de mucho rato se solucionó.  Salimos a dar un paseo y tomar algo. Imposible, los restaurantes estaban llenos, pero a los que llegábamos tarde no estaban dispuestos a darnos nada. Casi ninguno de nosotros tenía hambre. Yo sí y al fin conseguí que me prepararan una pizza, pero para comerla fuera. Me comí una porción por la calle y el resto lo repartí con Javier y Miguel.

El Domingo Pepe, Pili, Quique y Susana aún se quedarán por aquí otro día. Los demás, muy temprano salimos para Madrid. Nos espera un viaje de 850 km. Paramos en Besalú a desayunar café con leche y pan tumaca con jamón a lo grande (por el tamaño) y comeremos  en Aires de Aragón, restaurante de La Almunia de Doña Godina, un plato combinado muy rico. A las seis de la tarde Javier nos deja en casa después de un viaje largo, pero cómodo y ameno, en el que los que pudimos,  descabezamos algún que otro sueño.

Y hasta aquí la crónica de nuestro viaje por el Canal du Midi, Patrimonio de la Humanidad. Distinto a cualquier otro viaje que hayamos hecho y que no olvidaremos por su singularidad, por lo que hemos vivido dentro y fuera del canal, por la belleza del paisaje y por la inmejorable compañía. ¿A que sí?

 

 

 

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Navegando por el Canal de Midi (I) https://aproache.com/navegando-por-el-canal-du-midi-i/ Fri, 16 Oct 2015 12:18:00 +0000 https://aproache.com/blog/?p=627  

Semana Santa. Vacaciones a la vista. Estas van a ser en barco y por el Canal du Midi en el sur de Francia. Quique y Susana, hijos de Pepe y Pili, tuvieron la buenísima ocurrencia de invitarles no solo a ellos, sino a Javier, Angelines, Miguel, y yo, (todos abuelos, pero muy marchosos) a navegar por este canal, que fue construido en el siglo XVII bajo el reinado de Luis XIV, por Pierre-Paul Riquet ingeniero francés, con objeto de trasladar mercancías desde el Atlántico al Mediterráneo y viceversa, salvando los desniveles del terreno con multitud de esclusas. Actualmente ya no tiene ese cometido, pero continúa la navegación fluvial para “amantes de la aventura” como nosotros. Hay algunos barcos anclados, que por su apariencia, parecen destinados a vivienda permanente. Prácticamente el canal ha sido nuestro durante los siete días. Eso sí, acompañados por un viento alegre y revoltoso que nos ponía los pelos de punta y empujaba al barco de costado, dando un considerable trabajo a Quique, nuestro capitán, que asistido en las tareas de navegación por Susana, la segunda de a bordo, han hecho de la travesía una aventura deliciosa.

Todo comenzó el día 27 en que, a las 9 de la mañana, Javier y Angelines nos recogieron y emprendimos el viaje por carretera hasta Gerona, ciudad en la que habíamos estado hace treinta años más o menos y que visitamos ahora para recordarla. Continuamos a Figueras, donde nos encontraremos con Pepe, Pili, Susana y Quique. Allí teníamos reservadas habitaciones en el hotel Sidorme, moderno y cómodo. La recepcionista, empleada única, nos dijo que ella misma nos podría preparar una cena, pero no paraban de entrar huéspedes a los que tenía que atender. Nos fuimos a cenar al italiano de la esquina y después a dormir, porque el viento desapacible no invitaba a pasear.

El 28 salimos todos para Narbona, donde embarcamos por la tarde cuando  llegaron todos los amigos de nuestros anfitriones, con los que se completó una flota de ocho barcos. Por la mañana todos nosotros aprovechamos para visitar la ciudad, hacer fotos y una compra importante para la despensa de nuestro barco. Como se había hecho tarde para navegar, nos quedamos a dormir en él, y aquí hago una mención especial a lo bien diseñados que están estos barcos para vivir en ellos ocho personas con suficiente comodidad. No tropezamos unos con otros en ningún momento, o casi.

El domingo a eso de las 12 zarpamos a bordo del Magnifique 461 de la compañía Le Boat, no sin recibir algunas instrucciones por parte de Quique: –Siempre que se camina por el lateral del barco hay que ir agarrados a la barra que lo rodea. Las escaleras se suben y bajan de espaldas, hay que ser cuidadoso con el gasto del agua-. ¡Entendido capi! Iremos recibiendo más  instrucciones que nos ayudarán a entender cómo hay que hacer las cosas en un barco, para que todo salga bien. Cuando preguntamos por algo que no sabemos dónde está, Quique siempre nos dirá que “busquemos en el cajón del pan”.

   Y así empezamos nuestra aventura por el Canal de La Robine que nos llevará al Canal du Midi. Hermoso y bucólico paisaje a derecha e izquierda nos acompañará en nuestro recorrido; canal-de-midigrandes plátanos centenarios en ambas orillas, que hunden sus raíces como garras en la tierra descarnada por el agua. Entre sus altas ramas desprovistas de hojas, nubes blancas que el viento trae y lleva a su antojo. Más lejos viñedos a un lado y a otro y cipreses altos y erguidos apuntando al espacio infinito. Silencio y paz nos rodean.

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Viaje en barco por Francia https://aproache.com/viaje-en-barco-por-francia/ Wed, 09 Apr 2014 12:30:35 +0000 https://aproache.com/blog/?p=515  

Llega la primera esclusa, el ritual de la apertura, esperar a que se llene y vuelta a abrir. Nos acercamos a una zona más poblada, Beziers, a lo lejos se ven fábricas y bastantes coches, pero desde la placidez de las aguas del canal somos ajenos a todo ese bullicio, el tiempo aquí está parado… El sol calienta de lo lindo, llegamos por fin a la fila de barcos que indica el comienzo de las 7 esclusas. El horario es muy estricto, solo pasan 3 barcos a la vez, tardan unos 20 minutos. Nos quedan unos 9 barcos por delante así que parece que haremos noche aquí. Estupendo, no hay prisa, seguimos a 6 por hora.

 

 

canal-de-midi-esclusas

Canal de Midi,esclusas

fonserannes

Fonseranes, esclusas

 

Acabamos el día esperando en la fila, con un largo paseo en bici con cuidado eso si de no arrollar a algún pato despistado que sestea en la orilla. Desde las esclusas se disfruta de una maravillosa vista de Bezieres, con su imponente catedral.

Amanece un dia espléndido, ha merecido la pena la espera, las 7 esclusas cuesta arriba se pasan sin dificultad y como no se para de trabajar con las amarras el tiempo se pasa volando.

Se abre entonces ante nosotros la naturaleza del Languedo, comarca de vinos. A las orillas del canal hay casas de campo salpicadas entre la campiña, vides, plantaciones de girasoles…

Llegamos hasta Colombiers, de paseo por el pueblo encontramos una placa donde se recuerda al creador del canal. Es la hora del almuerzo, en las calles de piedra no se ve un alma. Intentamos localizar una panadería sin éxito. Por fin damos con el único restaurante abierto del pueblo, una amabilísima dueña me dice que está cerrado pero que nos puede preparar algo de pan. Le encargamos 5 baguettes, en 10 minutos estarán listas. Es un restaurante pequeño pero muy coqueto, la carta tiene un platos muy apetecibles. El pan inmejorable, calentito, los patos están encantados….

Tras la comida salimos hacia Capestang, un maravilloso castillo se alza majestuoso a lo lejos. El canal está muy concurrido a su paso por el pueblo. Buscamos un sitio para pasar la tarde, caminamos con la vista fija en una preciosa iglesia a donde llegamos tras 20 minutos de paseo,es la Iglesia de St Etiene, del siglo X. Tiene unas cristaleras maravillosas, el coro está ensayando para los oficios de Semana Santa.

El pueblo está muy tranquilo, aunque es lunes está casi todo cerrado ( es el día de descanso). Nos sentamos en la plaza, mientras los niños corretean con unos recién estrenados amigos tomamos un delicioso café en una terraza.Comienza a atardecer así que volvemos al barco a por las bicis para pedalear, aún nos queda una hora de sol así que hay que aprovechar…

Canal de Midi en Capestang

Canal de Midi en Capestang

 

Ya de noche, cena a bordo y un merecido descanso, que los días a 6 por hora también son agotadores..

Amanece un día lluvioso y algo fresco, paseamos hasta la plaza del pueblo para comprar un delicioso pan de leña y unos croissants recién hechos. Después de desayunar decidimos seguir ya que podemos manejar el barco desde el puesto de mando del salón. Pasamos por varias granjas donde ofrecen cata y venta de vino, en esta parte las orillas del canal están flanqueadas por pinos.

Es hora ya de dar la vuelta, vamos a ir en la otra dirección, rumbo al mar. Pasamos todo el día atravesando esclusas, en una de ellas cometemos el error de quedarnos demasiado atrás, cuando la estaban vaciando el barco comenzó a inclinarse , elevándose la popa, nos habíamos subido a la piedra que cierra la esclusa ¡!, avisamos al esclusero que volvió a vaciar la esclusa y pudimos así salir airosos de nuestro pequeño percance.

Navegamos todo el día hasta llegar a un pueblo llamado Argens Minervois, con callejuelas estrechas de adoquines y casas pintadas de vivos colores, puertas y ventanas granates, verdes, amarillas,.. tiendas de barrio y a orillas del río un sinfín de restaurantes acristalados que recuerdan París.

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Argens Minervois

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por la mañana salimos rumbo al mar, paramos a comer en nuestra pequeña terraza de proa, ala sombra de unos plátanos. Por la tarde vamos en bici hasta Vias. Calljeando encontramos una ostrería donde venden además de ostras (1 docena 3 euros) mejillones, almejas y caracolas.

Compramos una docena de ostras. Para acompañarlas unos vinos que venden en una bodega cercana, después de degustar unos cuantos compramos tinto y espumoso.
Caminamos hacia la plaza del pueblo previa parada en un parque donde los niños no perdonan los columpios que a esta hora están muy disputados. La plaza está muy animada, nos sentamos en una terraza a disfrutar de las ultimas horas de sol.

Pedaleamos con la compra de vuelta al barco, una ducha calentita, ponemos la calefacción porque empieza a refrescar y una vez que los niños duermen plácidamente tras el agotador día disfrutamos de una suculenta cena. Las ostras están deliciosas…

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Por la mañana llegamos a Marsella Es una ciudad de vacaciones, con casas bajas y una enorme y desértica playa donde una valiente se está dando un baño, aunque el día es muy soleado el agua está gélida. Nos quedamos a la entrada del lago, no tenemos más días así que en otra ocasión visitaremos Frontignac, Marselleise,..El año que viene veremos, o si no seguir hacia arriba, por el Midi de los bosques mágicos.

Dormimos cerca de la base, cuando nos levantamos está diluviando, llegamos a dejar el barco y salimos hacia Barcelona, antes parada en Beziers a comprar foie, carnard y mostaza de Dijon.

 

 

Carmen Hernandez Perez
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