Y después de la regata de prácticas, la primera noche de la flota. He de advertir que esta regata es famosa, aparte de por ser de las más numerosas en participación de estos mares, por las fiestas que se montan después. La fama es justa: las noches son espectaculares, cada una en un hotel de lujo al aire libre, con un buffet de comida buenísima (aunque picante) y fiesta con grupos de música en directo. Todo incluido en el precio de la inscripción de la Copa del Rey de Tailandia. A eso de la 10 de la noche: fin de fiesta… creo de todo corazón que ninguno de los cerca de los 1000 participantes nos fuimos a la cama después.
Al día siguiente, lunes, empieza la competición. Las salidas son muy temprano, a las 8 y media, para aprovechar las brisas matinales que se suelen dar por estos lugares. Nosotros, sorprendentemente puntuales, estamos en el campo de regatas a las 8 de la mañana. Se nota que entre la tripulación hay ganas de acción, y los 13 nudos de viento prometen. El primer recorrido es la vuelta a las islas que forman el archipiélago de Phi Phi, Koh Mai Phai, Koh Yung y la principal Koh Phi Phi Don, un recorrido de 22 millas, pasando por 3 puertas. En las salidas previas a la nuestra (la flota está dividida en 9 clases), pudimos ver que no iba a ser como en la regata de prácticas, estaba claro que el lado bueno era pegado al barco del comité, porque todos intentaban salir por ahí.
Los gritos, las colisiones, los insultos y juramentos piratas en varias lenguas vivas y muertas, un par de desconchones en el barco de guerra que hacía las funciones de comité, y los 3000 euros de fianza que habíamos dejado por el barco, nos hicieron tomar la salida de manera prudente, por el medio de la línea rumbo a la primera baliza situada a 7 millas al norte. Navegando a 5 nudos en bordos largos, nos plantamos en la puerta en 4ª posición, ¡buena ceñida! Al doblar la baliza, con el gennaker arriba, decidimos seguir el rumbo más al norte buscando brisas (el viento había caído a 5 nudos), mientras que otro grupo fue rumbo a tierra buscando vientos costeros. Nos metimos en un estupendo agujero de viento que nos tuvo parados unos buenos 45 minutos, viendo con desesperación como la “otra” decisión había sido la acertada. El único consuelo era mirar como la mayoría de la flota, que todavía no había tomado la primera baliza, estaba estupendamente parada a poca distancia de ella.
Poco a poco conseguimos acercarnos a tierra donde cogimos una buena brisa que nos llevo hasta la segunda puerta, pero ya en 10ª posición. Rolada de viento y ceñida rumbo sur, nos picamos con el único barco que teníamos a tiro, el Homya, que en la tercera puerta, y línea de llegada (acortaron el recorrido), nos sacó un minuto, pero fue divertido descubrir de primera mano donde estaban todos los agujeros de viento. Fuimos el último barco que consiguió completar el recorrido en tiempo, décimos en la clasificación, mientras que otros 12 barcos cargaron con 21 puntitos por no completar. No está mal Aproache Team.
Llegamos exhaustos, los 35 grados de temperatura, y las 7 horas de regata te dan sed, a pesar de los más de 7 litros de agua por persona que nos bebimos durante la regata. Una vez fondeados, nos dimos una ducha de mar, y desembarcamos para asistir a la fiesta. Buena cena, buena fiesta y buenas risas
2º DIA: Regata larga desde Phi Phi al sur de Phuket. 32 millas.
Trepidante salida con vientos portantes, decenas de spinnakers volando al viento rumbo oeste buscando la primera de las puertas, mucha táctica y desventes a la caza de aire limpio, fantástica navegada hasta la primera puerta, después… ¡CALMA CHICHA! Lo intentamos por el sur procurando dar al gennaker la máxima potencia en las brisas de través; pero de donde no hay, no se puede sacar, así que nos pasamos 3 horas completamente parados. Desesperante, pero gracias al tesón de Joaquín (había mucho ambiente de retirada y casi amotinamiento en la tripulación), y a una pequeña brisa que tardó una eternidad en llegar a nosotros desde el sur, nos fuimos acercando a la 3ª puerta y línea de llegada (de nuevo acortamiento).
Al llegar , ¡qué espectáculo!: más de cincuenta veleros parados a escasos metros de la línea de llegada; los que venían del norte, con el arpeo echado para evitar la corriente; los que veníamos del sur, buscando un sitio por donde pasar a la asombrosa velocidad de 0,3 nudos. Al final, décimo puesto tras 6 horas y 52 minutos de regata. Motor, y de camino al fondeadero, unos fantásticos bocadillos de mortadela picante con queso al horno que nos supieron a restaurante de cinco tenedores. Estábamos en Phuket y sentimos la obligación de investigar si la noche en esta isla era tan divertida como en las Phi Phi. Afirmativo: la fiesta en el hotel Kata Beach Resort, mejor incluso que en las Phi Phi. La comida: si creíamos que hasta entonces había sido buena, allí resultó todavía mejor.
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