…”Volamos de Madrid a Roma y de allí a Lamezzia, en el sur de Italia, donde nos recogieron para llevarnos a la base. Poco a poco, fueron llegando todos. Cenamos en un pequeño restaurante cercano, tomamos una copita en el barco y nos fuimos a recuperar fuerzas para el día siguiente. Amanece un día despejado, con un sol magnífico. En nuestra flotilla hay mucho movimiento: unos hacemos la compra, otros van a por hielo, repostamos agua, comprobamos que todo esté listo, izamos las cinco banderas de Aproache y zarpamos hacia Stromboli. Nos espera una travesía larga, de unas siete horas. Como el viento sopla débilmente, navegamos a motor y vela con una temperatura muy agradable. El cielo está limpísimo, sin una sola nube y el mar en calma, de un intenso azul cobalto con destellos plateados. Comenzamos a avistar la isla más cercana, Stromboli, famosa por ser uno de los volcanes más visiblemente activos de Europa. En principio la idea era fondear allí, pero después de una ronda de radio-conversaciones decidimos seguir hasta Panarea. La entrada resulta apabullante por los espectaculares barcos que hay fondeados frente a la playa (esta isla tiene fama de ser la más elitista del archipiélago).
Laura nos prepara una deliciosa pasta con albahaca, yo pollo al curri, un vinito de Rioja, y a dormir. El capitán es el único que se queda fuera. Baño matutino y desayuno con pan tostado, aceite de oliva, tomate y jamón de Jabugo. Zarpamos todos hacia Stromboli. De vuelta al barco preparamos un tentempié. Ha llegado la hora de bajar a tierra; los más intrépidos van a subir al volcán, mientras los demás nos contentamos con contemplar las explosiones, que de noche se harán más evidentes, desde una terracita a orillas del mar.
Queridos Joaquín y Aldahara.
El viaje de verdad ha sido para las 10 que hemos ido, el mejor viaje de nuestra vida. Nos lo hemos pasado increible, hemos disfrutado de cada cosa. El barco era maravilloso, sencillamente excepcional, recomendable 200%...