Travesía de 1992 cumpliendo un sueño (2ª parte)

Alquiler-barcos-Travesia-Atlantico-travesias-navegar-vacaciones26 de Noviembre, 1992

  1. Leonardo (Faltando 17 días para empezar el viaje)

¡¡ ME HA IMPACTAO ¡.!

primavera de este año se lanzó al mercado otra revista (una más) de programación de TV. La revista se llama SUPER TELE y el lanzamiento se hizo con  una fuerte campaña de publicidad lógicamente basada en TV con una estrategia de conseguir rápidamente notoriedad con lo que significa de machacar constantemente al espectador. La película de lanzamiento era muy floja sin una idea central y bastante mala de producción, pero con un  claim, por llamarle de alguna manera, muy pegadizo que cerraba la película con un ¡¡ M ‘A IMPACTAO !! que se nos quedó grabado a todo el mundo en poco tiempo.

Desde este punto de vista todo un éxito, aunque dudo que la gente recordara  si la campaña en si era de TELE PLUS, TELE INDISCRETA o SUPERTELE, pero en fin no viene a cuento.

Pues bien el sábado 13 de Junio a eso de las dos y media estábamos en casa mi mujer mi hijo de 17 años y yo tomando el aperitivo mientras seguíamos en la tele un programa de música POP, cuando en el bloque publicitario salió el spot de SUPERTELE con el consabido ¡¡ M ‘A IMPACTAO !! de final.

¿Pues sabéis lo que verdaderamente m ‘a impactao a mí?, dije en voz alta, y ante el silencio por parte de los dos, continué mi monólogo.

He visto un folleto de alquiler de barcos y en la última página venía una oportunidad que llaman “Bautizo del Atlántico ” y que consiste en la posibilidad de cruzar el océano con un cutter de 15 metros saliendo de Las Palmas aproximadamente el 15 de Diciembre para llegar en 22 días al Caribe.

Al llegar a este punto parece que merecí un poco más de atención. Mi hijo se dignó apartar la cara del televisor para dirigirme su mirada, y mi mujer , al tiempo que levantaba la cabeza del periódico que estaba leyendo, se volvió hacia mí para decir: ¿Cómo?

Pues eso, que he visto en un folleto de alquiler de barcos que ofrecen la oportunidad de cruzar el charco durante las Navidades en un velero de 15 metros con casco de acero y… (Mi mujer no me dejó terminar la frase). ¡Tú tienes que ir!

Fué un trallazo, lo reconozco y me quedé unos segundos mudo. Nunca había dudado de la reacción de ella , aunque tampoco había pensado mucho en esto, pero su respuesta tan imperativa y tan inmediata le salió exactamente del alma y es reflejo de su postura altruista que tanto tengo que agradecer. Reaccioné como pude y empecé a lanzar todos los inconvenientes a la aventura que durante los últimos días había ido rebuscando para autoconvencerme de lo inviable del tema.

¡Qué cosas tienes! – balbucee’ – ¿no te dos cuentas que significaría estar fuera todas las Navidades?. (Me pareció el argumento más contundente).

Alquiler-barcos-Travesia-Atlantico-travesias-navegar-vacaciones¡Te tienes que ir!, insistió. Es la oportunidad de realizar la ilusión de tu vida. Nosotros  pasaremos las Navidades en Burgos con mi madre y con la tuya tan ricamente, pero tú te vas. ¿A ver dónde tienes ese famoso folleto? Y te digo más, si me admiten a mí, yo me voy contigo.

¡Lo que acababa de oír! Esto sí que no se me había pasado por la imaginación. Mi mujer , que cuando navegamos en nuestro pequeño barco no le gusta demasiado bajar a cabina, que incluso alguna vez, aunque rara, se ha mareado, que prefiere estar cómodamente sentada en cubierta que coger el timón de vez en cuando, y de repente, sin mayor reflexión se lanza a cruzar el charco y nunca mejor dicho. Esta vez sí que fui yo el que con los ojos muy abiertos dije aquello de:

– ¿Cómo?

– Que sí – me contestó – que si admiten a una mujer con poca experiencia yo me ofrezco aunque sea para cocinar, que puede ser una experiencia inolvidable y que no nos va a surgir otra oportunidad de hacerlo. Que si puedo voy. ¿Dónde tienes el folleto?.

Traté de ocultar mi sorpresa sumergiéndome en mi amplia cartera a la búsqueda del folleto, pero no tuve ocasión de ocultarme. No había ni siquiera iniciado el primer movimiento cuando escuché la voz de mi hijo.

– ¡Joder! ¡Estáis los dos como chotas! Pero ¿sabéis lo que os digo?.

Me lo tengo que pensar un poco, pero creo que yo también me apunto…

Obviamente comimos tarde, mucho más tarde de lo que ya es habitual en mi casa. Yo no tenía mucha más información que dar y surgían un montón de preguntas que empezamos a apuntar en un cuaderno para la reunión que inmediatamente debía fijar con los organizadores.

Después de comer traté de echarme la siesta como tengo por costumbre todos los sábados. No conseguí dormirme. ¡HABÍA EMPEZADO LA TRAVESÍA DEL ATLÁNTICO”

continuara…

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