Mi abuelo Felix era tendero, si de esos que en su tienda de ultramarinos lo mismo vendía unas galletas, que un trozo de bacalao o un salchichón. Yo me pasaba los veranos en Orense y mi mejor entretenimiento era que me dejaran bajar a la tienda a “trabajar” me pasaba el día limpiando el polvo, robando caramelos de los frascos y yendo y viniendo de la trastienda con lo que me pedían.
Ahora, cuando viajo, no puedo evitar encontrar y visitar los mercados de los pueblos o las ciudades por donde paso. Al viajar en barco, es obligado, recalar y abastecerse de provisiones cada 4 o 5 días, cosa a la que siempre me ofrezco voluntaria, con ese cosquilleo de descubrir que pan se come, o a qué saben los tomates, me desembarco a primera hora, como si de una expedición para descubrir las americas se tratase.
Primera parada en el mercado, el puesto de verduras, llevo en la lista de la compra tomates, cebollas y calabacín para hacer un carpaccio (receta muy simple y fácil para el barco) pero veo unas berenjenas que me llaman la atención por su tamaño y las compro también. Segunda parada, un puesto que vende embutidos y quesos que apañan muy bien las cenas y a la tripulación nos encantan. En el puesto del pescado sólo me paro a mirar, porque me gusta, un pescador local ya nos abasteció la noche anterior. Toca ir a la panadería, al entrar, el olor que me llega, como de tahona antigua, me dice que el pan va a estar muy rico, no sé si comprar una barra o una hogaza, tienen tan buena pinta que al final me llevo una de cada y no me equivoco, sabían a gloria. Lo que sobre, lo podemos utilizar para hacer canapés en el horno.
De regreso hacía el barco me doy cuenta que se me han olvidado los limones, así que me paro en lo que no se puede llamar tienda porque era un “todo incluido” tienda, bar, zapatería, oficina de correos por suerte tienen limones, aprovecho y me tomo un café con los paisanos.
Ya en el barco, alguien me pregunta ¿Qué tal el mercado? y yo le contesto normalito, no quiero parecer una loca y descubrir mi ritual, puede que no lo entendiesen…me guardo para mí esos paseos por los mercados de Grecia, Turquía, Polinesia…
Belén G. Sáa
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